Los Buques
  
A veces pienso que nuestras vidas son como buques, navegando por el mar del tiempo, piloteado por nuestras decisiones.

No nacimos sabiendo como manejar nuestros buques, por eso cada quien tuvo sus instructores propios para aprender y después enseñar. En muchos casos las enseñanzas fueron parciales o prejuiciosas pero de eso nos enteramos después cuando ya navegamos con nuestros propios recursos e iniciativa y a través de intercambios de conocimientos, aprendemos y desechamos lo que no sirve y atesoramos todo aquello que nos fue útil para pasarlo a la siguiente generación.

Nuestros instructores muchas veces nos remolcan cuando no mostramos el empuje o la capacidad de hacernos a la vida decididamente, en otras ocasiones recurrimos a otros buques para ser remolcados y salir de los apuros en los que nos metemos para ser llevados hacía aguas seguras o a puertos cercanos para guarecernos.

Nuestros buques navegan horizontes por mares tranquilos o alebrestados que nos hacen pasar apuros pero sabemos que no podemos zozobrar, de lo contrario, la vida se acaba y no podemos permitírnoslo muchas veces, sobre todo cuando hay otros buques que vienen atrás y a los cuales les venimos abriendo brecha, marcando la ruta… guiándolos pues.

En el camino conocemos muchos otros buques, con algunos hay empatía con otros no podemos más que estar a la defensiva o a la ofensiva, depende de las circunstancias y los tiempos, a veces aquellos buques que nos eran ofensivos se convierten en fuertes amistades que duran lo que tengamos que durar y más allá muchas veces.

Paramos en puertos que representan las diferentes etapas de nuestras vidas y desde donde tomamos las provisiones emocionales para continuar nuestro camino, cualquiera que sea éste.

Algunos, con los años, se convierten en flotas en el camino.

Hay algunos buques que no fueron armados adecuadamente o no tienen el piloto indicado o simplemente la meta ha sido alcanzada y entonces los buques paran, se hunden o se arrumban en algún lado para ser olvidados o ser recordados dependiendo de la vida que hayan seguido cada uno de ellos pues cada quien tiene la opción de andar y finalizar su camino de manera espectacular o de forma lastimosa. Nosotros mismos deseamos el fin a algunos, a otros… quisiéramos tenerlos por siempre.

No faltan los buques ostentosos que se ven maravillosos, imponentes, lujosos pero que no sirven para nada y no van ni llevan a ningún lado pero los otros, la mayoría, son los que llevan al mundo a cuestas. Van de un lado a otro cumpliendo con su ritual de surcar la vida con sus bienes y los bienes de otros.

He conocido buques que aún con daños estructurales severos, daños de origen u obtenidos en el camino, siguen una ruta brillante, a todo vapor... a toda máquina. Los daños simplemente los hacen enfocar el mar de la vida de otra manera pero no cejan en continuar a través de ella y además educan con ejemplo al resto.

Algunos siguen una ruta fija, marcada de antemano, sin decidir aventurarse por otras rutas para conocer otros amaneceres o atardeceres, simplemente van de frente como caballos de tiro.

Unos más que con máquinas pequeñas y con muy pocos recursos navegan los mares más feroces sin siquiera pestañear o arredrarse. Es lo que se les proveyó y es con lo que enfrentan su destino. Son capaces de arrastrar buques de mucho más calado y mejor dotados con provisiones pero que no tienen la tripulación adecuada. Teniendo la opción de llevar una vida tranquila, se arriesgan por otros y se meten en los peores mares con tal de dar alivio a buques en problemas.

Hay otros que también pudiendo navegar aguas tranquilas, se meten de lleno en tormentas terribles e innecesarias, pero no por ayudar sino por probar. Muchos no salen bien librados de esas aventuras, incluso, en ocasiones, no regresan. Los que regresan, ya no son los mismos y navegan diferente, para bien o para mal.

Qué me dicen de aquellos que han olvidado que la vida tiene un límite de años y siguen sin parar, hasta que el motor se apaga en medio de su navegar. Nunca conocieron el descanso porque tenían bien claro en sus mentes que nuestra estancia en este mar es limitada y muy corta.

En fin, los buques...las vidas navegan este tiempo en el que nosotros navegamos.

Depende de cada uno de nosotros hacía donde nos dirigimos y con quién emprendemos el largo camino que enfrente se nos muestra, con la infinidad de opciones que podemos seguir.

Buen camino navegantes, nos veremos en el mar de la vida y si no, en el otro mar del cual solo tenemos bosquejos pero que dicen es perfecto pero nadie lo sabe con certeza porque los que lo conocen, no han regresado a platicarnos como es.